viernes, 11 de febrero de 2011

LAS MUJERES QUE "AMAN" DEMACIADO

“Todos tendemos a creer que el sufrimiento es una señal de verdadero amor.”
Una amiga me hizo el favor de prestarme este libro y el de “Porque los hombres se casan con las cabronas“, pero siendo honestos, este último parece solo una simple reacción a un problema más profundo y es aquí donde entra “Mujeres que aman demasiado”. Debo decir que ambos me gustaron, pero el que más me aportó fue el libro de Robin Norwood. No voy a entrar en detalles, no voy a dar justificaciones, solo les voy a dejar la primera página del prólogo y si con eso no se sienten identificad@s entonces no vale la pena que lean el libro y mejor es esperar otro momento. Ahh y para “los machitos”, aquí nomas este párrafo:
No pretendo afirmar que las mujeres sean las únicas que aman demasiado. Algunos hombres desarrollan esta obsesión con las relaciones con tanto fervor como podría hacerlo una mujer, y sus sentimientos y conductas provienen de la misma dinámica y las mismas experiencias infantiles. Sin embargo, la mayoría de los hombres que han sido dañados en la niñez no desarrollan una adicción a las relaciones. Debido a una interacción de factores biológicos y culturales, por lo general tratan de protegerse y evitar el dolor mediante objetivos más externos que internos, más impersonales que personales. Tienden a obsesionarse con el trabajo, los deportes o los hobbies, mientras que la mujer, debido a las fuerzas biológicas y culturales que la afectan, tiende a obsesionarse con una relación, tal vez con un hombre sí dañado o distante.
Ahora sí, la primera página del libro:
  • Cuando estar enamorada significa sufrir, estamos amando demasiado.
  • Cuando la mayoría de nuestras conversaciones con amigas íntimas son acerca de él, de sus problemas, sus ideas, sus sentimientos, y cuando casi todas nuestras frases comienzan con “él…”, estamos amando demasiado.
  • Cuando disculpamos su mal humor, su mal carácter, su indiferencia o sus desaires como problemas debidos a una niñez infeliz y tratamos de convertirnos en su terapeuta, estamos amando demasiado.
  • Cuando leemos un libro de autoayuda y subrayamos todos los pasajes que lo ayudarían a él, estamos amando demasiado.
  • Cuando no nos gustan muchas de sus conductas, valores y características básicas, pero las soportamos con la idea de que, si tan sólo fuéramos lo suficientemente atractivas y cariñosas, él querría cambiar por nosotras, estamos amando demasiado.
  • Cuando nuestra relación perjudica nuestro bienestar emocional e incluso, quizá, nuestra salud e integridad físicas, sin duda estamos amando demasiado.
A pesar de todo el dolor y la insatisfacción que acarrea, amar demasiado es una experiencia tan común para muchas mujeres que casi creemos que es así como deben ser las relaciones de pareja. La mayoría de nosotras hemos amado demasiado por lo menos una vez, y para muchas de nosotras ha sido un tema recurrente en nuestra vida. Algunas nos hemos obsesionado tanto con nuestra pareja y nuestra relación que apenas podemos funcionar como personas. En este libro examinaremos a fondo los motivos por los que tantas mujeres, en busca de alguien que las ame, parecen encontrar inevitablemente parejas nocivas y sin amor. Analizaremos también por qué, una vez que sabemos que una relación no satisface nuestras necesidades, nos cuesta tanto ponerle fin. Veremos que el amor se convierte en amar demasiado cuando nuestro hombre es inadecuado, desamorado o inaccesible y, sin embargo, no podemos dejarlo; de hecho, lo queremos y lo necesitamos más aun. Llegaremos a entender cómo nuestro deseo de amar, nuestra ansia de amor,
nuestro amor mismo, se convierte en una adicción.

“Adicción” es una palabra que asusta. Evoca imágenes de consumidores de heroína que se clavan agujas en los brazos y llevan una vida obviamente autodestructiva. No nos agrada la palabra y no deseamos aplicar el concepto a nuestra forma de relacionarnos con los hombres. Pero muchas, muchas de nosotras hemos sido “adictas a los hombres” y, al igual que cualquier otro adicto,
necesitamos admitir la seriedad del problema antes de poder empezar a curarnos.

Si usted alguna vez se vio obsesionada por un hombre, quizá haya sospechado que la raíz de esa obsesión no era el amor sino el miedo. Quienes amamos en forma obsesiva estamos llenas de miedo: miedo a estar solas, miedo a no ser dignas o a no inspirar cariño, miedo a ser ignoradas, abandonadas o destruidas. Damos nuestro amor con la desesperada ilusión de que el hombre por quien estamos obsesionadas se ocupe de nuestros miedos. En cambio, los miedos -y nuestra obsesión- se profundizan hasta que el hecho de dar amor para recibirlo se convierte en la fuerza que impulsa nuestra vida. Y como nuestra estrategia no da resultado, tratamos, amamos más aún. Amamos demasiado.

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