viernes, 18 de febrero de 2011

Ni contigo ni sin ti !

Hay parejas que pasan del amor al odio en cuestión de segundos. Pero, aunque tengan problemas cuando están juntos, no pueden separarse.
¿ Es posible convertir este tipo de relaciones en vínculos mas saludables?
 Muchas son las personas que se ven envueltas en relaciones que les traen mas desdicha que felicidad. Se obsesionan por el amor o la atención del otro, pero a la  vez boicotean las actitudes positivas. Soportan  malos tratos y humillaciones, pero cuando un tercero les sugiere que abandonen el vínculo, alegan toda clase de motivos por los cuales les resulta  imposible hacerlo. Contra lo que pueda suponerse, no siempre una relación patológica adopta la forma de un hombre y una mujer arrojándose platos por la cabeza en medio de insultos, gritos y llantos, a los que siguen juramentos desesperados y apasionadas reconciliaciones en la cama. La mujer o el hombre que aguantan en silencio las desatenciones, los que todo lo perdonan y los que no logran poner fin a una relación que solo les aporta infelicidad representan también modos de parejas destructivas. Pero ¿ qué es en verdad una relación enfermiza? ¿cómo  distinguirla de una relación sana?

Mientras que las relaciones saludables están construidas sobre la base del respeto, el amor, el proyecto en compartido y la comunicación eficaz, en las parejas enfermizas el vínculo se basa en la intolerancia, la resignación, el hastío, la incomprensión y las exigencias. El objetivo oculto e inconsciente de estas personas es aniquilar al otro como castigo por no ser como uno quiere que sea.
Estas parejas enfermizas se diferencias de las saludables porque  poseen una extraordinaria capacidad para crear las condiciones para vivir mal, en cambio, las parejas trascendentes crean las condiciones necesarias para hacer feliz al otro, sin esperar la inmediata retribución por sus sacrificios.
Dentro de este vivir mal ocupa un sitio de importancia la ausencia de proyectos compartidos. Si los hay, es por iniciativa de uno de ellos aceptados con fastidio por el otro, pero en general, predominan los proyectos individuales sin consideración por lo que siente el compañero. Estas relaciones son enfermizas desde que se inician pero sus integrantes lo perciben recién cuando se rompe la etapa del enamoramiento. Estafados  en su buena fe, algunos sufren en silencio y se adhieren a los planes de su pareja, otros optan por la demanda constante, algunos se irritan y muchos son los que se violentan. Muchas de estas parejas parecen hacer de la lucha por la dominación una cuestión de vida o muerte. Esta contienda, incluso, no se detiene ni siquiera cuando en apariencia algunas situaciones- el divorcio- por ejemplo simulen ponerle un limite.
Las explicaciones que los mismos sufridos protagonistas dan acerca de los motivos que los mantienen unidos representan, quizás, el obstáculo mayor para zafar de este círculo vicioso. En los matrimonios de larga data  y con hijos, es habitual el temor a la desprotección económica, el  no querer dañar a hijos o familiares. Otros frecuentes motivos alegados por las parejas son mas personales: la costumbre, la simbiosis, la adicción a un estilo de vínculo, la alusión a áreas que funcionan bien y aparentan compensar los sinsabores “tenemos buen sexo”, “nos gustan los mismos espectáculos” y la pertinaz esperanza de que todo va a mejorar, renovada después de cada pelea. Pero tal vez la creencia mas dramática y también la más difícil de desarticular sea la del mal amor, aquella que sostiene que si dos personas que se llevan tan mal  no logran separarse es porque en el fondo se quieren de verdad.

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